Presentación Cartel Semana Santa 2020

En la noche del 10 de enero en la Ermita de San Sebastián el Consejo de HHyCC de Moguer presentó el cartel que representará a todos los cofrades y moguereños.

Su autor, Joaquín Gómez, ha realizado un cartel mitad tradicional, mitad innovador, con la Virgen del Rosario centro de una obra donde están representadas todas las hermandades de Moguer. La ermita de San Sebastián, sede de la Hermandad de Padre Jesús, imagen que desde su altar presidia el acto, acogía en la noche del viernes la presentación del cartel de la Semana Santa de Moguer 2020, un acto organizado por el Consejo de Hermandades y Cofradías, presidido por la presidenta de su Junta Gestora, María Ángeles Pérez, el alcalde de la ciudad, Gustavo Cuellar, y el autor del cartel, el artista moguereño Joaquín Gómez Hernández, artista de una dilatada trayectoria pictórica, faceta que desde hace una década compagina con su trabajo como oficial de la policía local, autor de numerosos carteles entre los que se encuentran los de la Romería de Montemayor o el cartel anunciador de la romería de El Rocío para la filial de Moguer, a los que ahora suma el de la Semana Santa, que ha tenido una enorme aceptación y buena acogida entre los cofrades moguereños asistentes al acto, entre los que se encontraban representadas todas las hermandades de la ciudad y grupos y asociaciones parroquiales.

Joaquín si puede decir que es profeta en su tierra, para la que deja otro gran cartel, en esta ocasión el de su Semana Santa.

El acto estuvo amenizado por las voces de la Coral Polifónica del Liceo Municipal de la música de Moguer, que dio mayor solemnidad a la presentación del cartel que anuncia la Semana Santa de Moguer. Amante de la pintura tradicionalista, pero a la vez también con la mirada puesta en la pintura más vanguardista, después de un tiempo de reflexión, y a pesar del poco tiempo que ha tenido para su ejecución, desde el Consejo, cuya actual junta gestora tomaba posesión a mediados de octubre pasado, se le hizo la propuesta en los últimos días de ese mes de octubre, el autor ha realizado un gran cartel equilibrado entre esas dos tendencias. El cartel se presentará en unos días en Fitur, de ahí la premura en presentarse escasos días después de que finalizaran las fiestas navideñas.

Después de un estudio de los carteles realizados en la última década, toma la decisión de que «el cartel tenía que ser sencillo, humilde e incluso recoger cierta inocencia como reflejo de la pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor durante los ocho días de Semana Santa en el que además destacar el amor, la comprensión, el cariño y la siempre expectante tarea protectora y educadora que realiza una madre, una mujer.»

El cuadro ha sido su razón de ser en estas semanas, en busca de una hermandad sencilla y joven, donde se resuma la figura materna con los atenuantes antes mencionados, y ahí decide que la figura central de la obra sea la Virgen del Rosario, titular de la Hermandad de los Remedios, que procesiona en la tarde noche del Lunes Santo, la cofradía más joven de las que realizan estación de penitencia en Moguer. La composición del cuadro se fundamenta en la regla de los tres tercios con una simetría vertical donde se equilibran los pesos visuales a través de las letras inferiores y en la que se establece dos partes diferenciadas, una superior que recoge la figura principal de la Virgen del Rosario y otra inferior en la que se representa la semana santa de Moguer a través de una línea de perfil o skyline.

En esa parte central y ocupando casi todo el espacio compositivo superior encontramos a la Virgen del Rosario desde donde observa cómo el lunes santo nuestro Señor, montado en su burrita pasea triunfante por las calles de Moguer, para que el martes, los hermanos de la Borriquita le coloquen las potencias que un joven o ilusionado y amante de la Semana Santa José Domínguez le ha entregado a su pueblo, recordándonos el Cristo de la Victoria, a través del miércoles santo su bondad infinita e instándonos a mantenernos en un estilo de vida basada en la fe cristiana, viéndose reflejada esta divinidad celestial en el jueves santo a través del Queribín del Cristo de los Olivos, también presente en nuestra obra, para que sea la Cruz de Guía de Padre Jesús, la que nos guíe en esa madrugada de fe, y que nos conduce hasta el Viernes, encomendándonos a nuestro idolatrado Cristo de la Vera Cruz quien nos muestra el sacrificio que sufrió por todos nosotros, humillado y despojado de toda su grandeza hasta encontrar la muerte representada en el sábado reflejada en el Santo Entierro, recordándonos este día, que Nuestro Señor se ha entregado a los hombres y ha muerto para la redención de los pecados. Y también el cuadro pretende reflejar el auténtico espíritu semanasantero, donde la camaradería, la unidad y el sentimiento de familia extensa configuran un espejo en el que la sociedad en su conjunto debe mirarse e impregnarse de esta esencia educativa, los costaleros y los penitentes tienen que establecerse como figuras compositivas fundamentales, observándose ambas al final de este vía crucis, determinándose como grandes pilares sobre los que se asienta toda la festividad porque, indudablemente, son estas personas las que de forma anónima, articulan el magnánimo engranaje semanasantero.

Pero nuestra Semana Santa no culmina el sábado con la recogida del paso procesional, sino todo lo contrario. Es a partir de este día, del domingo de resurrección, cuando nuestra fiesta, comienza a cobrar todo su sentido. Si se observa la obra detenidamente, se llega a la conclusión de que todos los elementos representados tienen la misma dirección. Todos se dirigen a un mismo punto de encuentro (o de partida),
puesto que esta Pasión ilustrada cronológicamente de izquierda a derecha, culmina en una gran festividad cristiana: la resurrección de Nuestro Señor transformado en luz blanca que ilumina la fe cristiana moguereña representada a través de su iglesia parroquial.

Con la intención de mantener los cánones más tradicionales, por deferencia a la esencia de la Semana Santa, la técnica elegida para la obra ha sido óleo sobre lino belga donde se han integrado dos lenguajes pictóricos: uno, más tradicional, impresionista, para la representación de la Virgen a través de colores complementarios y adyacentes con una paleta reducida de colores primarios (amarillo, magenta, azul, blanco y negro) y otro relacionado con la cartelería en la zona inferior elaborado con una pintura plana y monocromática.